¿Qué tienen en común las compras en Internet , los números grandes y la mecánica cuántica?

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Cuando hacemos compras en una tienda on-line esperamos que el vendedor haya tomado medidas para que el sistema de pago sea seguro. Esto se traduce en que el protocolo habitual de Internet, http, pase a ser https. No es nada complicado comprobar que el vendedor lo está haciendo bien: hay que mirar en la barra del navegador, donde ponemos la dirección de la página web y asegurarnos que esta empiece por "https". Así sabemos que el propietario de la web ofrece garantía electrónica que los datos que nosotros enviamos por Internet a sus servidores viajarán encriptados y que nadie podrá hacer un mal uso. Ahora bien, nadie nos asegura que nuestro ordenador, móvil o dispositivo desde el cual hacemos la compra no esté infectado por malware (o dicho de otro modo, virus informáticos) que capture literalmente nuestra información antes de ser encriptada.

  

La clave, la encriptación

 

 Así pues nuestros datos (datos personales, datos bancarios, contraseñas,...) se encriptan, pero cómo? Internet usa un sistema que a día de hoy nadie ha podido romper: el sistema de encriptación RSA (en honor a los tres matemáticos que lo desarrollaron Ron Rivest, Adi Shamir y Len Adleman). Con la potencia de cálculo que nos ofrecen los ordenadores actuales, se tardaría un tiempo de la orden de la antigüedad del Universo en poder romper este algoritmo. Esto está muy bien, pero ¿en qué consiste? Pues la idea no es extraordinariamente compleja: se basa en conceptos que hemos aprendido todos de muy pequeños como el de los números primos (los que sólo son divisibles por ellos mismos y la unidad) y la factorización de números (dado un número, saber cuáles son sus factores o números que lo dividen). Un ejemplo para clarificarlo: cogemos un número primo como el 7 y otro como el 5. El producto de los dos es 35. Fácil; además las máquinas saben multiplicar números con muchísimos dígitos con muchísima más eficiencia que nosotros.

 

En cambio, no es tan sencillo hacer el camino al revés. Consideramos por ejemplo el 377; entonces la pregunta es: ¿qué factores tiene? Pues resulta que 377 es el resultado de multiplicar 13 por 29 y sólo tiene estos factores porque son primos. Un ordenador tiene mucho, pero mucho más trabajo para hacer el camino inverso, así es que la gracia es encontrar números primos con muchos, muchos dígitos porque su producto será una clave realmente inexpugnable. Este número es el punto central del algoritmo RSA: sí, el que se usa para hacer compras online (o consultar los datos del correo electrónico, o los datos del banco, o...) de manera segura. O sea: si sois afortunados y encontráis un número primo realmente elevado, empresas de seguridad os lo pagarán mucho y muy bien.

 

¿Seguridad por siempre jamás? 

Ya hace unos cuántos años que existe una batalla entre países (Canadá, Rússisa, USA, UE, China,...) y entre multinacionales (Google, Microsoft, IBM,...) con muchos millones de dólares invertidos, pero con muchísimo más a ganar para el ganador. El que intentan diseñar y construir miles de ingenieros del mundo es nada más y nada menos que el ordenador cuántico. Un ordenador que no esté regido por las leyes de la electrónica “tradicional” (basada en chips imprimidos sobre silicio) y que calcule sólo con “1” y “0”. El ordenador cuántico romperá este paradigma y presentará una potencia de cálculo de varios órdenes de magnitud superiores al más potente de los ordenadores actuales. Y el más importante: podrá crecer exponencialmente en potencia.

 

Esta potencia de cálculo, desconocida todavía hoy en día, permitirá resolver problemas de ámbitos muy diversos: desde el diseño de nuevos fármacos, problemas de big data, pasando por mejoras en el cálculo de problemas de empresas de logística. Pero no todo es positivo: el sistema de encriptación RSA, en el que confían millones de transacciones por segundo en todo el mundo, quedará obsoleto. Y a partir de aquí, imaginación...

 

 

 ¿Habrá un sistema de encriptación seguro y definitivo?

La respuesta es tajante: sí, en tanto en cuánto el ordenador cuántico sea una realidad. Existirá un sistema criptográfico basado en leyes cuánticas que asegurarán la confidencialidad absoluta de las transmisiones. La mecánica cuántica nos garantiza que el mecanismo existe; falta que la ingeniería lo haga posible. Y de momento, no existe ni una sola prueba que las leyes de la mecánica cuántica no sean ciertas. De hecho, todos disfrutamos de adelantos gracias a la mecánica cuántica: láseres, chips, la electrónica, resonancias magnéticas, fibra óptica,...

Autor

Santasusana

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